jueves, 16 de abril de 2009
Recuerdo 4
Uno de mis primeros recuerdos (creo que incluso del primer día) corresponde a María Jota. Me llamó la atención, no sólo porque destacaba su voz en alto y su risa, como diciendo aquí estoy yo, sino por dar la imagen de la nena prototipo de atractiva hacia el sexo contrario (y afines). No sé qué pasó, que el primer año estaba en mi grupo y luego no aparece en los años posteriores, aunque seguía en clase. A mí también me gustaba aunque me imponía demasiado respeto su desenvoltura y el que se juntara con los chavales mayores. De pequeños todos apuntamos maneras, de tal forma que el poco éxito que yo tenía con las féminas ella lo tenía con los chicos. Como con la mayoría, no supe más de ella, pero me la imagino triunfando consiguiendo de los hombres todo lo que se propusiera. Quién sabe.
sábado, 4 de abril de 2009
Recuerdo 3
Hay muchos tipos de maestros, pero todos hemos conocido a maestros petardos, maestros despistados, maestros ignorantes, maestros con mala uva, buenos maestros y maestros buenos. Don Romualdo era un buen maestro y un maestro bueno. Recuerdo que nos leyó una vez una especie de tesina en la que al final demostraba, me parece, la existencia de Dios. Nos convenció a todos, pero no estoy seguro de que lo hiciera a su hermano, que era cura de la parroquia de al lado y luego ascendió en el escalafón trasladándose a otra parroquia más céntrica y desde donde dominaba mejor los resortes del poder. Durante un poco tiempo, el cura nos dio clase de francés. No debería saber mucho puesto que por entonces no sabía lo que era el fromage y sin embargo me pareció que no conocía mucho de la lengua de Moliere. Don Romueldo era bueno. De esos maestros que gritan para que se calle la clase y te das cuenta de que no produce miedo y los nenes no se callan. Claro, que a veces tenía los nervios a flor de piel (quizás porque era el director) y una vez que mandó callar por undécima vez y no le hicieron caso le lanzó a uno el borrador de la pizarra, que si le da lo deja ko. Entonces la clase sí se calló. Don Romualdo murió joven, muy joven y fue de esas pérdidas que te tocan dentro. Me queda la mala conciencia de no haberlo visitado cuando estaba ya muy enfermo. Lo recuerdo con mucho cariño y admiración.
sábado, 21 de marzo de 2009
Recuerdo 2
Recuerdo que... El primer día que llegué al colegio, acompañado de mi madre, se me ha quedado grabado. Luego ya son días sueltos, no muchos. El primer día marca, pues también recuerdo el primer día en la academia anterior, la primera vez que iba a un colegio (tenía cinco años,), que me pusieron una muestra de redondelitos (no sé si eran ceros o la letra O) y me tiré toda la mañana haciendo redondelitos. En el cole del altillo no recuerdo lo que hice, pero sí la impresión que me dio ver tantos nenes desconocidos para mí. La sensación no es que fuera desagradable, pero sí extraña. Con el tiempo los iría conociendo, pero no me relacioné con la mayoría, por ser muy tímido, sino con los que fueron pasando conmigo de curso. A ver si le doy a la moviola y voy contando de ellos en próximos recuerdos.
miércoles, 11 de marzo de 2009
Recuerdo 1
Recuerdo que... Se llegaba entrando en un callejón de paredes todo desconchadas. El muro del lado derecho lindaba con el patio de una casa que tenía una serrería. Su dueño era paisano de mi padre y más de una vez fui a que me cortara listones para los marcos de los cuadros que pintaba. El muro de la izquierda daba primero a una edificación con alguna puerta que estaba siempre cerrada. (Quiero decir que actualmente no existe este callejón y que mi memoria me jugará malas pasadas, por lo que posiblemente mi imaginación altere la realidad). A continuación por el lado izquierdo se entraba a la casa del altillo. Nada más entrar había una habitación al frente que hacía de clase y de lugar de estudio. A la izquierda, en el rincón había una pileta con un grifo para que pudiéramos beber y a su lado la puerta de los aseos de los que no me acuerdo y me parece que no quiero acordarme. A la derecha de la entrada estaba la clase principal, la mayor, alargada hacia el fondo, donde estaba la mesa del maestro y dos filas de pupitres a los lados con el pasillo en medio. Antes de entrar a la clase, a la izquierda, estaban las escaleras para el primer piso, que era la segunda clase, en forma de L y las escalera continuaba hacia el altillo contiguo a una terraza. Quedan tan lejanos los recuerdos que no sé si lo he soñado todo, pero habrá ocasión de rectificar y ampliar en sucesivas entradas. Por ahora y para empezar, sirva estas frases como bienvenida por mi parte.
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