sábado, 21 de marzo de 2009

Recuerdo 2


Recuerdo que... El primer día que llegué al colegio, acompañado de mi madre, se me ha quedado grabado. Luego ya son días sueltos, no muchos. El primer día marca, pues también recuerdo el primer día en la academia anterior, la primera vez que iba a un colegio (tenía cinco años,), que me pusieron una muestra de redondelitos (no sé si eran ceros o la letra O) y me tiré toda la mañana haciendo redondelitos. En el cole del altillo no recuerdo lo que hice, pero sí la impresión que me dio ver tantos nenes desconocidos para mí. La sensación no es que fuera desagradable, pero sí extraña. Con el tiempo los iría conociendo, pero no me relacioné con la mayoría, por ser muy tímido, sino con los que fueron pasando conmigo de curso. A ver si le doy a la moviola y voy contando de ellos en próximos recuerdos.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Recuerdo 1




Recuerdo que... Se llegaba entrando en un callejón de paredes todo desconchadas. El muro del lado derecho lindaba con el patio de una casa que tenía una serrería. Su dueño era paisano de mi padre y más de una vez fui a que me cortara listones para los marcos de los cuadros que pintaba. El muro de la izquierda daba primero a una edificación con alguna puerta que estaba siempre cerrada. (Quiero decir que actualmente no existe este callejón y que mi memoria me jugará malas pasadas, por lo que posiblemente mi imaginación altere la realidad). A continuación por el lado izquierdo se entraba a la casa del altillo. Nada más entrar había una habitación al frente que hacía de clase y de lugar de estudio. A la izquierda, en el rincón había una pileta con un grifo para que pudiéramos beber y a su lado la puerta de los aseos de los que no me acuerdo y me parece que no quiero acordarme. A la derecha de la entrada estaba la clase principal, la mayor, alargada hacia el fondo, donde estaba la mesa del maestro y dos filas de pupitres a los lados con el pasillo en medio. Antes de entrar a la clase, a la izquierda, estaban las escaleras para el primer piso, que era la segunda clase, en forma de L y las escalera continuaba hacia el altillo contiguo a una terraza. Quedan tan lejanos los recuerdos que no sé si lo he soñado todo, pero habrá ocasión de rectificar y ampliar en sucesivas entradas. Por ahora y para empezar, sirva estas frases como bienvenida por mi parte.